El jardín de las mariposas

 


«El jardín de las mariposas» es el diario de un trastornado a través de los ojos de su víctima. Maya, la protagonista del primer peldaño de esta saga, nos ofrece un giro narrativo a la emoción de la persecución, del juego del policías y ladrones, y la adrenalina que caracteriza al thriller como género. Una experiencia construida en esencialmente flashbacks con matices desordenados, mas con una diégesis que se podría considerar pulcra, da pistas frustrantes y detalladas a agentes del FBI para deshilvanar la naturaleza corrompida del secuestrador, un hombre cruento que ocupó roles desde el benefactor hasta el amante, pero desalmado al final de la historia de cada una. Entre idas y venidas de la infancia de Maya enturbiada por la negligencia y precocidad, ella comienza a narrar el horror de un jardín de muros infinitos donde ella y otras chicas con fecha de caducidad serían atrapadas, tatuadas con intrincadas alas y finalmente enmarcadas una vez los años de su juventud acabase y estuvieran listas para ser cosechadas. Un invernadero para un fetichista del dolor. La dicotomía de la depravación y la resignación a una predilección enferma comienzan a enraizar en Maya una vez se convierte en la favorita de su captor, que decide compartirla, entregarla y protegerla del hijo de él, sexualmente degenerado, en un círculo de premio y castigo donde era acogida en el consuelo de su depredador si el hijo de éste la rompía. Con el reloj corriendo en su contra y con todas las chicas aceptando su final según cumplían años, la más pequeña, secuestrada cuando niña y decorada con el privilegio de no ser corrompida debido a sus deficiencias intelectuales, muere en el jardín, dejando al jardinero y a sus mariposas destrozadas, ofreciendo un pequeño y efímero atisbo del «amor» de él por ellas como sus presas. Sin embargo, sin entenderse con claridad si fue producto del encierro y el proceso de moldeamiento sexual, Maya se encuentra ahora enamorada del hijo menor del jardinero, a quien comienza a ser compartida. Descubre en él, que descubrió el secreto de la casa del horror de su padre por accidente, y que es convencido de guardar silencio a cambio de disfrutar de las mariposas, entregándose también a un sentimiento más allá del deseo hacia Maya, de quien, regresando al presente de sus recuerdos, dependerá su vida y libertad una vez cuente su historia tras la destrucción del jardín. 

Con una sordidez que podría encontrarse en narrativas más oscuras, como en las de Thomas Harris, y un esencia poética que convierte los diálogos de Maya en una declaración libre de aflicción y llena de cansancio, con un criminal que desde el inicio sabemos atrapado, Hutchinson entrega un libro que persigue tras ser culminado.